El hombre blanco

El hombre blanco esclavizó primero a África, luego la colonizó (es decir, expolió) durante siglos y, finalmente, le dejó abandonada en manos de las oligarquías locales, tantas veces más feroces y avaras que él mismo. Es una historia oscura que Conrad iluminó en las páginas tremendas de “El corazón de la tiniebla”, una historia, además, falseada, en la que, entre otras cosas, se nos adoctrinó con el argumento de que las misiones religiosas habían actuado como avanzadillas de la colonización, preparando el terreno al hombre del salacot, una idea que sigue funcionando en el imaginario del radicalismo indígena. La realidad, sin embargo, es otra, rara vez conocida y, en cualquier caso, mucho menos publicitada que las ONG solidarias, profesionalizadas o no, que cumplen también, sin duda, un papel decisivo en aquellos infiernos. Poca gente sabe los números reales, menos imagina –ahora que el perfil beatífico del padre Pajares campea en las portadas—que España tiene destacados en ese mundo mísero nada menos que 25.000 misioneros, la mayoría en Hispanoamérica, unos 2.500 en África, 1.500 en el Extremo Oriente, unos 50 en las islas olvidadas de las mismísimas antípodas: casi 800 leproserías, unos 5.500 hospitales, más de 8.000 orfanatos, 15.000 dispensarios. Y un dato escalofriante e ignorado: en el último siglo sufrieron el martirio unos 3.000 misioneros. No hay datos sobre los que dieron su vida como el padre Pajares o sus monjas.

Con ocasión de un homenaje organizado por “Protagonistas” de Luis del Olmo a las monjas supervivientes de una de las matanzas africanas recientes, pudimos oírlas relatar los detalles de una sangría atroz –de la que nuestros medios apenas habían avanzado un panorama de conjunto—con la serenidad de quien relata su quehacer cotidiano y hasta con un sorprendente desdén de su heroísmo, y me parece estar viendo los ojos de Tip, enramados por una emoción con la que no pudo, por una vez, su genial distanciamiento surrealista. Es probable que no haya hazaña más íntima y secreta que ésta de los misioneros, como lo es que tampoco, probablemente, la haya menos valorada. El hombre blanco no siempre va en esos mundos de depredador sino que –en compañía hoy de sus hermanos negros—ejerce calladamente en ellos de cocinero, de maestro o de médico y, llegado el caso, de víctima seguramente ignorada. No era verdad lo que nos contaron de las misiones. Como de tantas otras cosas, nos hemos enterado demasiado tarde.

7 comentarios para “El hombre blanco”

  1. Prof dice:

    Justo y necesario reconocimiento –más vale uno de estos que mil obituarios–, en homenaje al padre víctima del Ébola. Sobre todo viniendo de alguien que nunca ocultó su lejana pero intensa formación radical. Corregirse es de sabios y don ja anda muy cerca de esa categoría.

  2. Micer Blanc dice:

    Justo y emociona, pero realista. Las misiones han sido injustamente tratadas por el pensamiento más avanzado, lo que no quiere decir que no lleve alguna parte de razón en la medida en que los colonizadores han podido instrumentalizarlas en muchas ocasiones para sus fines. Pero ahí están los padre Pajares y sus hermanos y hermanas, jugándose la vida cada día, si es preciso sin la menor protección.

  3. Pangloss dice:

    ¿Por qué un misionero –católico o protestante– no merece tanta admiración como el “solidario” ONG? También yo me he sentido tocado en el alma por ese curita abnegado que ha aguantado el tirón hasta el final ayudando a aquellos desgraciados que en tantos decenios ni siquiera han merecido que el Primer Mundo invierta en investigar el Ébola.

  4. Eleuterio dice:

    Existe una bondad extrema solo comparable a la maldad extrema: esta sociedad nuestra, este mundo nuestro que don ja suele recordar que es un “mundo cane”, no tiene término medio. El padre Pajares, como todos esos 25.000, como muchos más seguramente, son santos que no constan en nómina. Por eso precisamente lo son.

  5. Clara dice:

    Valiente, conociendo los percales. Don ja se pone por montera lo que haya que ponerse (el diría, o mejor, ha dicho más de una vez) “se pasa por el arco”, y dice lo que piensa a pesar de que sabe a ciencia cierta que los monigotes inquisitoriales le van a tratar de meter el palo entre los radios de la rueda. Hoy hace un acto de justicia frente al laicismo estúpido que tenemos alrededor.

  6. Rogelio dice:

    Es verdad que hemos tragado mucho tópico. Y también que es una pena que tengan que ocurrir estas tragedias para sacar la realidad a la luz. Enhorabuena y salud.

  7. Madre dice:

    Un ejemplo que no se vende en este mercado. La abnegación no está de moda.

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